martes, 27 de mayo de 2014

NAVICELLA- D. A. VASQUEZ RIVERO.




NAVICELLA


Los ojos del gondolero parecen trémulos y distantes
en la Venecia atrapante de enmascarados y barcarolas;
oscilan como la pértiga que dirige al amor flotante,
oscilan igual que un remo cuando enmaráñase en la forcola.

En cambio los del Barquero son como tajos de machetazo
que no le espejan el río del inframundo por el que bogan.
Un par de abismales pozos que quienes llegan a ver se ahogan,
dos patas de lobo negras que te desgarran en un zarpazo.

Los ojos del gondolero son de montaña unos azulejos
que se acurrucan y ocultan bajo el viril canotier de paja,
hundiéndose en el recuerdo de carnavales y de cortejos,
en tanto que una pareja de su alargado bajel se baja.

Del mismo modo que bajan (tarde o temprano) al funesto puerto,
al pestilente Aqueronte con una paga para su viaje:
El óbolo, cuya falta se considera el mayor ultraje
a vista del juez barquero que a errar cien años condena al muerto.

Los ojos del gondolero tienen la hondura propia en canales
que suelen salar las anchas escalinatas de los palacios.
¿Acaso cuando se pierde su azul mirada en tantos vitrales
o entre balcones reales se piensa dueño de aquel espacio?

¡Que piense si así lo quiere, de nada sirve, la sombra es sombra!
¿El hecho que se proyecte sobre las cosas la vuelve "dueña"?
El hombre es barro de dioses, humo y ceniza, ego que sueña
la ansiada inmortalidad hasta que el temible Carón lo nombra.

Los ojos del gondolero guardan la véneta niebla adentro
por miedo a que se entrelace con el suspiro de un vaporetti.
"Questa è una bella giornata per passeggiare."*- Piensa al encuentro
y muestra su rostro alegre cuando del buque arrojan confeti.

Paseo que no disfruta su desdichado colega en Hades.
¡Resúltale tan tedioso remar, flotar en olvido a tientas!
Murciélagos esqueléticos aletean sus osamentas
y en su volar selectivo le enseñan rutas y cavidades.

Los ojos del gondolero van reflejando su recorrido
sobre el regazo tendido de aquel Adriático desgarrado,
pasando por edificios que con el tiempo se han convertido
en un gigantesco friso, cumbre de todo el arte creado.

Y en ésto sí están de acuerdo tanto el humano como el espectro:
El arte es el instrumento mediante el cual se les dió la vida;
al gondolero los óleos de los pintores romanticidas
y al viejo Caronte el verso de los poetas con lira y plectro.





Questa è una bella giornata per passeggiare: "Este es un bello día para pasear."


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